lunes, 24 de junio de 2013

"Fuera de campo", de Pablo García Casado




EN EL LÍMITE

Tras la desaparición de DVD, uno de sus buques insignia, el cordobés Pablo García Casado, entra en el catálogo de Visor. No es el primero ni será el último que realizará este camino. Con un revelador prólogo de Antonio Lucas, poeta y periodista de El Mundo, reúne bajo el cinematográfico título de Fuera de campo dieciséis años de creación poética, concretados en tres poemarios que, efectos de la brutal crisis que nos sacude, habían quedado fuera de las librerías: Las afueras (DVD, 1997), El mapa de América (DVD, 2001) y Dinero (DVD, 2007).  Al agruparlos, García Casado ha renunciado a retocar los poemas, que vuelven a los anaqueles comerciales como lo hicieron por vez primera. Es más, no solo no ha quitado textos o modificado los presentes, sino que ha añadido un poema a Las afueras y tres a El mapa de América. El conjunto se cierra con “5 variaciones”, muestra de una línea de trabajo actualmente en marcha en la que se limita a filtrar la realidad, ya sea seleccionando teletipos de CNN+ o recortes de prensa.
La aparición de Las afueras, homónimo de la columna literaria de Juan Bonilla, en un sello recién creado como alternativa a las grandes editoriales, en cuyos catálogos no había sitio para los autores más jóvenes, supuso el pistoletazo de salida para una nueva poesía joven que se encontraba, de inmediato, con el aplauso cómplice de la crítica y de un mercado deseosos de novedades tanto en los temas planteados como en la forma de abordarlos. Pero, como toda apuesta estética, la de García Casado no nacía de la nada, sino que hundía sus raíces en una tradición que cuenta con los norteamericanos Carver y Bukowski como referentes, y que en España ya había dado escritores como Fonollosa, Roger Wolfe o Karmelo G. Iribarren.
El conjunto, del que un año antes se había publicado un adelanto en El Ateneo Obrero de Gijón bajo el título de El poema de Jane, está compuesto por 48 poemas breves que rompen la secuencia versal tradicional y se imbrican en el día a día de una pequeña ciudad de provincias de finales de siglo pasado. En ellos, el poeta renuncia a hablar de sí mismo y prefiere presentar a una serie de personajes que protagonizan historias cotidianas.
Cuatro años después publicó El mapa de América, donde el poema se hace más extenso y narrativo y donde a las influencias anteriores debemos añadir la de Allen Ginsberg, autor de La caída de América. Concebido como una “road movie” construida sobre unos tópicos tomados de una determinada cinematografía y literatura norteamericanas, en él se combinan diferentes historias que tienen como enlace un coche y una de esas interminables carreteras que atraviesa EEUU. Este viaje tiene la intención de denunciar las contradicciones de la sociedad capitalista, simbolizada en un país generador de desigualdades sociales y de injusticia.
Con Dinero regresa al escenario más íntimo de su debut; sin embargo, el tiempo ha pasado y los adolescentes de entonces se asoman a la frontera de los 40 y sufren el paro, los despidos, la hipoteca, la incomunicación en la pareja, el divorcio… Con este libro da un paso más en la eliminación de fronteras entre poesía y narración y acude al poema en prosa, de carácter eminentemente narrativo, con lo que, en algunos casos, los textos caen dentro de ese género multiforme que es el microrrelato –no en vano, algún crítico, atendiendo al carácter unitario de las composiciones, ha definido el libro como “una novela fragmentaria”.
De sus tres libros, el más destacable me parece Las afueras, no solo porque supone una puesta en valor de una tradición hasta aquel momento marginada por las grandes editoriales, sino también por la frescura y la contundencia de unos versos extraídos de la realidad más cotidiana, por la efectividad de los recursos empleados, por la repercusión que ha tenido, en lo bueno y en lo no tan bueno, entre muchos poetas coetáneos que han visto en este libro un referente ineludible a la hora de canalizar el desencanto, el hastío, el relativismo… y porque en él ya está codificada una apuesta estética de innegable aliento ético que está situada en el límite, en la medida en que difumina las fronteras entre el verso y la prosa y presenta una serie de personajes marginales, es decir, ubicados en la periferia, en las afueras, la única posición desde la cual puede denunciarse el agotamiento de nuestra sociedad capitalista y consumista que nos engulle.

(Publicado en Cuadernos del Sur, 8 de junio de 2013, p. 6)

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